martes, 30 de abril de 2013

FLAT BEAT

Por una parte la música electrónica no es que la considere mi fuerte. Pero por otra, si tengo que elegir, reconozco que tengo especial predilección por la que hacen nuestros vecinos los galos. Tecktonik aparte (el horror), a toda canción que me llega de ahí no dudo en darle una oportunidad. Mis conclusiones suelen ser dispares. O me encanta o lo enchufo a pastar y no lo vuelvo a escuchar en mi vida.

Con Mr.Oizo me pasa esto. Sus canciones me parecen la ostia o un peñazo. Centrándome en las que me gustan, ahí están temazos como la 'Intra' que compuso para Ed Banger Rec, su 'Cut Dick' que tengo de tono en el móvil, o esa banda sonora tan marciana para la peli 'Rubber' (tengo que verla algún día).

Este tipo es leyenda en Francia, no tan solo como DJ. Ha producido y colaborado a gente como Uffie, Kavinsky, Cassius, Jamelia o Scissor Sisters. Se ha codeado tanto con Daft Punk como con Justice. Pero aquí ni zorra, por lo general. O no?

Seguramente habréis reconocido este spot. Se hizo muy famoso a finales de los noventa. La daban a todas horas. El puto peluche del mono amarillo estaba hasta en la sopa. Incluso en programas de la tele sonaba. 'Flat Beat' fue un exitazo que ahora pocos recuerdan. Yo sí, porque aunque la canción es machacona no puedo dejar de mover los pies y la cabeza cuando la oigo. En el tren, cuando trabajaba o por la calle. Aunque la gente se ría. De principio a fin.

-bravecoast.

lunes, 29 de abril de 2013

VIOLETAS DE MARZO

Mi primera visita a una de las librerías más míticas de Barcelona, 'Negra y Criminal' de la que ya os hablé de ella, se saldó con un regalo de una de mis mejores amigas. Su generosidad me permitió descubrir una de las novelas más interesantes que he leído en los últimos años, 'Violetas de Marzo'. Ya hacía tiempo que había oído comentarios entusiastas sobre Philip Kerr y su ciclo 'Berlin Noir'. Pero he de admitir que situaba el libro en la década pasada. Menuda sorpresa me llevé al comprobar que tiene más de veinte años. Y yo sin enterarme. Por suerte este error ya está enmendado.

Nos situamos en el Berlín nazi de las Olimpiadas del 1936. Bernhard Gunter es un detective privado que se retiró de la policía a marchas forzadas, debido a su pobre entusiasmo con el nuevo partido. En la actualidad muchos de sus clientes son judíos que han perdido la pista de algún familiar. Gunter los suele encontrar en la morgue así que se trata de dinero fácil. Su suerte cambia cuando es contratado por un rico empresario. Su hija y su yerno han muerto tras incendiarse su casa, y alguien ha substraído un valioso collar de la caja fuerte. Hay que recuperarlo sin meter demasiado las narices en el otro asunto. Pero una vez hueles a podrido resulta complicado no escarbar para descubrir la mierda.

Yo definiría a nuestro detective como un Philip Marlowe en la Alemanía nazi. Tiene los mismo toques que los clásicos sabuesos estadounidenses. Su oficina turbia, un cinismo que tira de espaldas,  el habito de sobrepasarse con el alcohol, una facilidad pasmosa para acostarse con mujeres que no debe, y por supuesto un olfato innato tanto para encontrar pistas como para meterse en líos. Todo podría resultar muy tópico, pero la situación no lo es. Para nada.

Situar este personaje en la Alemania de Hitler es como colocar un pulpo en un garaje. Y curiosamente ese contraste le da mucha vida a la novela. Alguien como Gunter destaca mucho en una sociedad tan opresora como oprimida, y por mucho que trate de no pasarse de la raya algun paso en falso será inevitable. También ayuda a que la investigación cobre mayor interés. En ella se verán implicados gente tan dispar como miembros de la alta sociedad, hampones de lo peor de la ciudad, corruptos sin escrúpulos de todo tipo y varios miembros de las distintas facciones del partido nazi. Que no es que estuviera muy unido.

En su contra destacaría algunas cosas. Una parte del libro dedicado a los campos de concentración. Me pareció fuera de lugar y rompe con la acción. El caso está muy bien llevado pero su solución puede resultar obvia demasiado pronto. Y Bernhard lleva su aversión a los nazis de forma tan recalcada que parece la justificación de que sea el protagonista. Es más, en varias ocasiones me preguntaba que habría de malo si el protagonista fuera un nazi convencido. Ni mala persona, ni mal investigador. Un nazi. Seguramente habríamos tenido otra novela interesante con ese personaje descubriendo tanta manzana podrida en una sociedad que debería ser idílica para aquellos en la que se erigió.

Pero nada de esto me hace cambiar de opinión. Me ha encantado esta novela y leeré su segunda parte. Tal vez así descubra que ha ocurrido con algún cabo suelto al que no se le ha dado solución. Tal vez no se de el caso. No todo tiene solución y menos en esa negra Berlín.

'Cuando uno se agencia con un gato para cazar a los ratones que tiene en la cocina, no puede esperar que deje de lado a las ratas que hay en el sótano.'

KERR, Philip. Violetas de marzo. Barcelona: RBA, 2007. 383 p. ISBN 9788498676648

-bravecoast.